Entre las fiestas del pueblo son dignas de destacar las de la Feria de Agosto: donde tradicionalmente, como suele ocurrir en cualquier pueblo, se vienen celebrando todo tipo de concursos, bailes, pruebas deportivas, torneos de fútbol, y varias diversiones más que convierten a este pueblo, aun a pesar de su limitado número de habitantes, en uno de los lugares más festivos y concurridos durante el primer fin de semana de agosto, mientras se celebra su feria.

   Contribuye al gran éxito de su feria el cálido tiempo durante el cual tiene lugar la celebración, la primera semana del mes de Agosto, tiempo de verano; asimismo, influye muy positivamente en el triunfo de sus fiestas el carácter tan entrañable y acogedor que corresponde a las gentes de este pueblo, lugar donde el visitante jamás llega a sentirse extranjero sino, muy al contrario, todo el que acude a este lugar queda embriagado, hipnotizado por completo, y ya comienza a sentirse como si hubiera nacido en este rincón tan cálido y familiar, tan distinto al de otros lugares que le rodean.

   Pues, es digno reconocer -sobra decirlo- que las fiestas de un lugar las hacen , sin duda alguna, sus habitantes y no el número de atracciones que las visiten durante esos días.

   Hay ferias donde no falta de nada, ni el más mínimo detalle: tómbolas y casetas, teatros y bailes, carrusel y circos, norias, pulpos eléctricos, etc… y sin embargo, cuando acude a ellas cualquier visitante, éste llega a sentirse enormemente aburrido, desanimado, sin saber qué hacer para divertirse.

   Y también hay pueblos pequeñitos, como es el caso de Fuente la Lancha, donde, al poco de adentrarnos por esa atmósfera tan familiar y genuina, auténtica, que brota de la tibia algarabía festiva, de su salón de baile abierto al aire libre, en el Recinto Ferial. Muchas gentes del Valle de los Pedroches han reconocido a la feria de Fuente la Lancha como una de las más sugestivas y cálidas, sabrosas, de cuantas se celebran por los alrededores. Y, ciertamente, es así: en pocos lugares podrá palpar el visitante un ambiente tan atractivo y acogedor, tan encantadoramente mágico y magnético, distinto.